Wilhelm Reichnació en Dobrzcynica, Galitzia, el 24 de marzo de 1897. En 1915 se incorpora al ejército austríaco combatiendo en el frente italiano en la Primera Guerra; al finalizar ésta se traslada a Viena e ingresa en la Facultad de Medicina. En 1919 entra en contacto con el psicoanálisis y, en 1920 avalado por Freud, es admitido como miembro en la Sociedad Psicoanalítica, siendo nombrado director del Seminario de técnica psicoanalítica en 1924.
En 1930 se marcha a Berlín donde crea centros gratuitos de sexología e higiene mental. Tras el ascenso de Hitler se exilia en Dinamarca, Suecia y Noruega. Apartado del Partido Comunista y de la Sociedad Psicoanalítica, en 1939 emigra a EE. UU.
En 1947 la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos) abre una investigación sobre sus actividades que concluye en una condena de dos años de prisión. El 3 de noviembre de 1957 fallece en la penitenciaría federal de Lewisburg, Pensilvania.
El sufrimiento que emana de esta última fuente, sugiere Freud, quizá sea más doloroso que cualquier otro; pero más allá de los cuidados que pueda dar a su cuerpo o a su entorno natural inmediato, es en el hostil territorio de las relaciones con los semejantes donde, si las circunstancias lo permiten, el sujeto puede y debe hacer algo.
La «gran depresión capitalista» de los años treinta en Europa podía presagiar una revuelta social protagonizada por las organizaciones obreras y sindicales y por los partidos de izquierda. Pero por el contrario, con el apoyo popular se produjo el ascenso, inspirada en el fascismo italiano, de la extrema derecha en Alemania en las elecciones de julio y de noviembre de 1932, consolidándose el NSDAP —Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán— como primera fuerza política. A consecuencia de esto, el 30 de enero de 1933 Hitler es nombrado canciller imperial. Estos resultados electorales le permiten a Reich comprobar cómo la situación social y económica de las masas no se reflejan necesariamente en la conciencia social de los trabajadores.
¿Por qué la mayoría acepta la explotación y se sumerge en la empresa de satisfacer deseos impuestos por la clase que la domina entregándose de lleno al matadero del capitalismo? Si las condiciones sociales y económicas «objetivas» están dadas para que se produzca una revuelta, ¿qué estructura caracterológica en los sujetos lo impide?
«Ya hemos visto que las situaciones económica e ideológica de las masas no tienen por qué coincidir y que incluso puede haber entre ellas una divergencia notable. La situación económica no se traslada inmediata y directamente a la conciencia política; si ello fuera así, la revolución social se habría realizado hace mucho tiempo».
Wilhelm Reich —mediante un riguroso uso de las herramientas epistemológicas que la sociología sexoeconómica, la antropología, el psicoanálisis, el materialismo dialéctico y el análisis del carácter le brindan— analiza dicha contradicción, esa brecha existente en la «conciencia» de las masas entre la realidad material y la realidad percibida, entre la realidad social y económica de explotación y represión y la conciencia efectiva que de ella se tiene, contradicción que requiere un urgente esclarecimiento, puesto que en lugar de desvanecerse, manifiesta su insistencia en solidificarse. En las páginas de «Psicología de masas del fascismo», un libro clásico publicado en 1933, y ahora disponible en una edición completa, Reich nos da claves para afrontar la tarea.
Wilhelm Reich nació en Dobrzcynica, Galitzia, el 24 de marzo de 1897. En 1915 se incorpora al ejército austríaco combatiendo en el frente italiano en la Primera Guerra; al finalizar ésta se traslada a Viena e ingresa en la Facultad de Medicina. En 1919 entra en contacto con el psicoanálisis y, en 1920 avalado por Freud, es admitido como miembro en la Sociedad Psicoanalítica, siendo nombrado director del Seminario de técnica psicoanalítica en 1924. En 1930 se marcha a Berlín donde crea centros gratuitos de sexología e higiene mental. Tras el ascenso de Hitler se exilia en Dinamarca, Suecia y Noruega. Apartado del Partido Comunista y de la Sociedad Psicoanalítica, en 1939 emigra a EE. UU. En 1947 la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos) abre una investigación sobre sus actividades que concluye en una condena de dos años de prisión. El 3 de noviembre de 1957 fallece en la penitenciaría federal de Lewisburg, Pensilvania.
La «gran depresión capitalista» de los años ´30 y el ascenso del fascismo
La «gran depresión capitalista» de los años treinta en Europa podía presagiar una revuelta social protagonizada por las organizaciones obreras y sindicales y por los partidos de izquierda. Pero por el contrario con el apoyo popular se produjo un ascenso de la extrema derecha, inspirada en el fascismo italiano, ascenso que se reflejó en los resultados electorales de julio y noviembre de 1932, donde el NSDAP, el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, se consolida como primera fuerza, «un partido sin historia, que surge repentinamente en la vida política de Alemania», y que desembocará en el nombramiento de Hitler como canciller imperial el 30 de enero de 1933.
Estos resultados electorales le permiten a Wilhelm Reich comprobar cómo la situación social y económica de las masas no se reflejan necesariamente en la conciencia social de los trabajadores y se dedica, en «Psicología de masas del fascismo» publicado en agosto de 1933, a investigar las raíces de esta contradicción.
En «El malestar en la cultura», Freud considera que las fuentes de sufrimiento a las que está sometido el sujeto humano son al menos tres: el propio cuerpo, condenado a la decadencia y a la aniquilación; el mundo exterior, las fuerzas de la naturaleza y la sociedad; y las relaciones con los semejantes[1]. El sufrimiento que emana de esta última fuente dice Freud que quizá sea más doloroso que cualquier otro; pero más allá de los cuidados que pueda dar a su cuerpo o a su entorno natural inmediato, es en el hostil territorio de las relaciones con los semejantes donde, si las circunstancias lo permiten, el sujeto puede y debe hacer algo. Pero no todos los sujetos están en condiciones para la tarea de librarse de estos sufrimientos ni tampoco los métodos terapéuticos que la sociedad le ofrece tienen la base ética y teórica que le permitan armarse para afrontarlos.
A mediados de 1927 se fundó en Alemania la Sociedad Médica General de Psicoterapia(AÄGP: Allgemeine Ärztliche Gesellschaft für Psychotherapie) que integrada por psiquiatras y psicoanalistas de renombre desempeñará una amplia actividad de investigación científica que se verá interrumpida en 1933, cuando asume su dirección Matthias H. Göring, primo del jerarca nazi y miembro activo del partido nacionalsocialista. Una de las primeras decisiones de Göring es exigirle la renuncia a su presidente el psiquiatra Ernst Kretschmer sustituyéndolo por Carl G. Jung, en ese momento vicepresidente de la Sociedad[1]. Ese mismo año la Sociedad Psicoanalítica de Alemania (DGP: Deutschen Psychoanalytischen Gesellschaft), fundada en 1910 por el propio Freud, ante la creciente presión del gobierno decide expulsar a los psicoanalistas judíos. En octubre de 1936, Göring funda el Instituto alemán para la investigación psicológica y psicoterapia (Deutsches Institut für psychologische Forschung und Psychotherapie) y modifica los programas formación de médicos y psicoterapeutas ofreciendo a Jung formar parte de la dirección del nuevo Instituto, cargo que acepta, siendo su primera tarea el desarrollo del programa y los contenidos de la Nueva psicoterapia alemana(Neue Deutsche Seelnhei Kunde). Göring explica con detalle la función de su Instituto:
Sabemos que hay miembros —y colegas— del partido que niegan la necesidad de psicoterapia, que afirman que la herencia es lo único que importa y que la educación es innecesaria. Como el Führer, reivindicamos que el carácter puede desarrollarse y por eso la psicoterapia es de la mayor importancia. Pues la psicoterapia, como Jung lo ha señalado una y otra vez, no consiste solo en curar a las personas, sino en hacer que las personas que carecen de una actitud correcta ante la vida encajen en nuestra sociedad[2].
El congreso de Lucerna: la expulsión de la asociación psicoanalítica
En marzo de 1933 Reich es obligado por el régimen nazi a abandonar Alemania, trasladándose a Copenhague donde en agosto de 1933 consigue publicar «Psicología de masas del fascismo». En Dinamarca le niegan el permiso de residencia con lo cual tiene que marchar del país a finales de noviembre emigrando a Suecia país del que será expulsado al año siguiente. En esos viajes visita Inglaterra donde conoce al antropólogo Bronisław Malinowski[1], que había realizado un estudio sobre la vida sexual de los habitantes de la isla de Trobriand y que fue primordial para Reich en su trabajo de investigación sobre el paso del matriarcado al patriarcado y de ahí a la sociedad autoritaria[2], y que le permite desarrollar su tesis que sostiene “que basada en tabúes sexuales determinados económicamente, la represión sexual conduce finalmente a la sumisión a la familia autoritaria y al estado autoritario, los lugares de origen de la enfermedad mental y el totalitarismo»[3].
El marxismo vulgar al considerar que el factor económico por si solo y de modo inmediato es el que determina la «ideología» y la «conciencia» de los sujetos, manifiesta su incapacidad para comprender por qué las masas se mueven en contra de sus intereses de clase. Continuar leyendo «Wilhelm Reich (V): del «marxismo vulgar» al «psicoanálisis diluido»»
Wilhelm Reich escribió esta frase en varias de las cartas que envió desde la prisión[1], detenido por el FBI. Expulsado de Europa en agosto de 1939 embarcó junto a su compañera Ilse Ollendorff rumbo a EE.UU. Los psicoanalistas —neofreudianos antimarxistas— lo rechazaron por su «bolchevismo»; los comunistas —neomarxistas antifreudianos— por su «freudismo burgués»; los nazis por ambos motivos sumados a su origen judío.
El modo de producción de la vida material determina el proceso social, político e intelectual de la vida en general. No es la conciencia de los hombres lo que determina su ser, por el contrario, es su existencia social lo que determina su conciencia[1].
En la introducción a Psicología de las masas y análisis del yo, Freud resalta que no hay oposición entre psicología «individual» y psicología «social», es decir, no puede estudiarse y analizarse el comportamiento de un sujeto aislado sin contemplar las relaciones sociales en la que está inmerso.