Podría resultar llamativo el desconocimiento que en gran parte de las «izquierdas» se tiene sobre una de las mayores virtudes de Che Guevara: la escritura. Aunque la desfachatez de esas «izquierdas occidentales» y la deriva de aburguesamiento socialdemócrata en la que se han ido embarcando, alejándose cada vez más de las clases trabajadores, ya no sorprende a casi nadie, así como el desconocimiento de la historia de sus propios iconos un síntoma más de la decadencia de sus prebendarias y circunstanciales alianzas electorales que buscan acomodo en el reparto de los dineros públicos.
Dijo un psicoanalista recientemente fallecido en Madrid que tener dinero no es una contradicción para alguien de izquierdas, siempre que ese dinero sea fruto de su trabajo; lo terrible es que cambie de clase social por mucho dinero que haya ganado. Eso es una traición.
Y de traiciones mucho sabía el Che, como relató en sus diarios.
Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre en La Habana, 1960.
Carreteras
En su breve existencia el Che ejerció unos cuantos oficios y profesiones. Fue médico, fotógrafo, periodista, ministro de industria y presidente del Banco Central de Cuba, así como un notable embajador de la revolución cubana. Probablemente sea recordado principalmente por sus grandes capacidades de guerrillero, pese a que el ejército argentino en su momento lo declaró no apto para cumplir con el servicio militar, capacidades que también hoy día se intentan devaluar. Tampoco es muy conocido su accionar en el terreno de la medicina. 1
Pero una de las facetas más fuertes del Che, fue la de escritor y … la de lector minucioso. Algo que Ricardo Piglia destaca en uno de los capítulos que le dedica en su libro El último lector 2, así como en una de sus clases magistrales sobre Jorge Luis Borges.
Durante mi estancia en Cuba en el año 2023 conocí nuevas facetas del Che gracias a personas que compartieron con él momentos que hoy son históricos. Entre ellas quien fuera su compañera de vida y lucha Aleida March y al profesor Arístides Rondón Velázquez, quien una tarde en su «casa del mate», en la bella y calurosa ciudad de Santa Clara, me reveló hechos que aumentaron mi admiración por el inquieto rosarino, entre ellos detalles del épico asalto del «tren blindado», acontecimiento decisivo en la batalla por la toma de la ciudad y en el posterior triunfo del Ejército Rebelde, que Aleida March relata en el libro Evocación, donde además cuenta una entrañable anécdota cuando el Che le encarga conseguir una «caterpillar», con la que luego serán desplazadas las vías del ferrocarril que provocará el descarrilamiento del tren militar. 3
Libros
Es práctica habitual subestimar los conocimientos del Che en literatura, filosofía, política, historia y fundamentalmente en economía, entre otros. Esta propaganda puede ser desmontada por quien desee conocer su minuciosos estudios sobre estos temas, con la simple tarea de acercamiento a la lectura de su obra escrita disponible en bibliotecas bien equipadas.
Sobre sus conocimientos en economía política, por ejemplo, el profesor Arístides Rondón me permitió conocer una carta, la penúltima que el Che dirigió a Fidel Castro, donde esto quedaba manifiesto. Esta carta fue publicada por la editorial Ocean Sur en 2019 en el libro Epistolario de un tiempo. Cartas 1947-1967 4, bajo la supervisión y autorización de dos de las mujeres que más han hecho por conservar y difundir la obra escrita del Che, me refiero a la mencionada Aleida March directora del Centro de Estudios Che Guevara con sede en el barrio del Nuevo Vedado, y a la doctora Aleida Guevara, que tuve la suerte de poder conocer en un breve encuentro en la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano creada entre otros, por el director argentino Fernando Birri y el escritor colombiano Gabriel García Márquez, en la sede del barrio de La Lisa, a las afueras de La Habana.
Elecciones
En ocasiones las lecturas se eligen con la intención de dar sentido o intentar encontrar una explicación a la realidad vivida. Unas veces de forma consciente y en otras, la mayoría, de manera intuitiva e inconsciente. De este modo una insondable inercia pulsional puede llevarnos a textos que no sabíamos que buscábamos. Nos chocamos con ellos, como si nos estuvieran acechando.
Me he encontrado en aulas a estudiantes de psicología leyendo con interés textos de divulgación «psi» con la posterior confesión de intentar descifrar las problemáticas «mentales» de un familiar, de alguien cercano, ignorando que de ese modo resulta difícil encontrar una explicación plausible a una tragedia o problemática anímica de la existencia cotidiana. Acercarse a un mínimo de esa verdad deseada para desentrañar los laberintos del tejido psíquico requiere experiencias de otra índole que no se limitan a la lectura de manuales de psicología o reseñas divulgativas de psicoanálisis.
El conocimiento de una disciplina científica, formal o conjetural, requiere de un método de estudio riguroso. No es suficiente con recurrir a manuales de autoayuda o estudiar una carrera o un «máster a distancia», algo que en el mundo académico sometido al mercado empresarial, es cada vez más habitual.
Dedicación
Un libro donde puede valorarse la magnitud de lector «voraz» y escritor de Ernesto Guevara es Apuntes filosóficos 5. Este libro, publicado en 2012, permite conocer el pensamiento político y ético que junto con los Apuntes críticos a la Economía Política 6 nos dan una idea de la dimensión del Che como pensador.
En este libro encontramos reflexiones sobre las lecturas del Che además de los consabidos Marx, Engels y Lenin, de autores como Freud, Hegel, Nietzsche, de los clásicos griegos, es decir, de todos los autores en los buscó la construcción de su pensamiento.
El Che toma apuntes, escribe sobre lo que lee, sobre lo que estudia. Ricardo Piglia describe su método de trabajo de forma soberbia:
Hay una tensión entre el acto de leer y la acción política. Cierta oposición implícita entre lectura y decisión, entre lectura y vida práctica. Esa tensión entre la lectura y la experiencia, entre la lectura y la vida, está muy presente en la historia que estamos intentando construir. Muchas veces lo que se ha leído es el filtro que permite darle sentido a la experiencia; la lectura es un espejo de la experiencia, la define, le da forma. 7
Ñancahuazú
Cuando es detenido en Ñancahuazú, en la selva boliviana, lo único que conserva es una bolsa de cuero donde guarda su diario y sus libros, que le pesan y dificultan la marcha, pero que no suelta. Como confesará en sus diarios, sus únicas dos debilidades fundamentales son el tabaco y la lectura, y aquí añadimos, la escritura. Establece con los libros desde niño una dependencia física como la que le sucede por largos periodos con el inhalador para mitigar su tan particular asma, uno de los signos más conocidos por sus «seguidores», quizá el menos importante.
Al igual que Gramsci, destaca Piglia, el Che lee todo lo que puede y escribe todo el tiempo. Uno en la cárcel, el otro ya al final de sus días en la selva, como hizo en la Sierra Maestra o en el Congo. Uno en una prisión fascista, el otro acorralado por los agentes de la CIA y sus emisarios bolivianos y algún traidor de última hora. Los dos pese a la situación límite y limitada, encerrados de diferente modo, leen y escriben mirando al futuro, con la esperanza de la emergencia utópica de un sujeto nuevo, trabajando para impedir el advenimiento de esa «izquierda sin sujeto» de la que nos advertió León Rozitchner 8.
Itinerancia
El Che viaja para construirse y lo consigue. Leyendo sus textos se nota su comodidad en la escritura similar a su elegante modo desaliñado de vestir, incluso en su útima foto. Alberto Manguel, que no duda en manifestar su admiración por el Che considerándolo en su volúmen de ensayos En el bosque del espejo 9 un intelectual apasionado que se transformó irrevocablemente en un hombre de acción, destaca en el prólogo de la colección de textos de diversos autores que publica bajo su dirección la Biblioteca Nacional Mariano Moreno de la República Argentina que el Che registra los títulos de los libros que lee en libretas que hoy conserva su compañera, Aleida March.
Libretas con largas listas de los libros que comenta y critica y «van formando su visión del mundo y el sentimiento de obligación que lo impulsaba a actuar.» El Che, «esforzado lector que pasó de la página a la acción, para unos de manera románticamente heroica, para otros de forma trágicamente equivocada», sabía que «la literatura enseña que tanto la itinerancia como la injusticia son universales.» 10
Freud y Hegel
Desde adolescente tuvo interés por la filosofía así como por el psicoanálisis, como reflejan sus cuadernos de notas. Sus lecturas del marxismo son posteriores. Durante su paso por México, el que fuera su amigo, el director del Fondo de Cultura Económica el editor argentino Arnaldo Orfila Reynal, 11 que luego en 1966 fundara la editorial Siglo XXI en México, le dejó los tomos completos de El capital de Karl Marx.
En sus lecturas hay un conjunto significativo de libros de psicología y sobre todo de psicoanálisis. Libros del psicoanalista español Ángel Garma radicado en Buenos Aires, del austríaco discípulo de Freud, Theodor Reik y abundantes apuntes sobre conceptos fundamentales del cuerpo teórico psicoanalítico así como las obras completas de Sigmund Freud que Ortega y Gasset había encomendado traducir al castellano en Buenos Aires a principios del siglo XX.
Tanzania
Siendo Ministro de Educación el Dr. Armando Hart Dávalos, protagonista de las campañas de alfabetización cubanas, recibió desde Tanzania una carta de Guevara con sugerencias sobre planes de estudio en Cuba. En la carta fechada el 4 de diciembre de 1965 Guevara, que está preparando el que será su último viaje, le comenta a Hart, —que en ese momento asumió como Secretario del Partido Comunista de Cuba—, las limitaciones en la enseñanza cubana sugiriéndole el desarrollo de un plan de estudio de filosofía marxista vinculado al estudio de la economía y otras áreas del pensamiento. Parte de la carta que firma con el seudónimo «Ramón» señala:
Dar es-Salaam, Tanzania (4/12/1965)
Mi querido Secretario:
(…) En este largo período de vacaciones le metí la nariz a la filosofía, cosa que hace tiempo pensaba hacer. Me encontré con la primera dificultad: en Cuba no hay nada publicado, si excluimos los ladrillos soviéticos que tienen el inconveniente de no dejarte pensar; ya que el partido lo hizo por ti y tú debes digerir. Como método, es lo más antimarxista, pero, además, suelen ser muy malos. La segunda, y no menos importante, fue mi desconocimiento del lenguaje filosófico (he luchado duramente con el maestro Hegel y en el primer round me dio dos caídas). Por eso hice un plan de estudio para mí que, creo, puede ser estudiado y mejorado mucho para constituir la base de una verdadera escuela de pensamiento; ya hemos hecho mucho, pero algún día tendremos también que pensar.
(…) Mi plan es este:
I) Clásicos filosóficos; II) Grandes dialécticos y materialistas; III) Filósofos modernos; IV) Clásicos de la economía y precursores; V) Marx y el pensamiento marxista; VI) Construcción socialista; VII) Heterodoxos y capitalistas; VIII) Polémicas
Es un trabajo gigantesco, pero Cuba lo merece y creo que lo pudiera intentar. No te canso más con esta cháchara. Te escribí a ti porque mi conocimiento de los actuales responsables de la orientación ideológica es pobre y, tal vez, no fuera prudente hacerlo por otras consideraciones (no solo la del seguidismo, que también cuenta).
Bueno, ilustre colega (por lo de filósofo), te deseo éxito. Espero que nos veamos el séptimo día, Un abrazo a los abrazables, incluyéndome de pasada, a tu cara y belicosa amistad.
«Ramón» (seudónimo del Che)
Carta de Ernesto “Che” Guevara a Armando Hart Dávalos. 12
Por su parte el filósofo y profesor español Adolfo Sánchez Vázquez, exiliado en México en 1939, en su libro Filosofía, praxis y socialismo consideró el escrito El socialismo y el hombre en Cuba una de las aportaciones teóricas más valiosas que pueden encontrarse sobre la concepción marxista del hombre, donde
«el Che se aparta de los caminos trillados, y aborda con certera visión una serie de problemas vitales; las relaciones entre el individuo y las masas, y, a su vez, entre éstas y los dirigentes; el papel de los estímulos morales en relación con el desarrollo de la conciencia social; el trabajo como deber social; la formación del hombre nuevo y el desarrollo de la técnica, como pilares de la construcción socialista; el rechazo de toda camisa de fuerza a la expresión artística del nuevo hombre; el papel del individuo, del dirigente y del revolucionario de vanguardia a la cabeza del pueblo; el internacionalismo como deber revolucionario, etc.» 13.
Médico del alma
El Che, que se reprocha sobre la que considera frustrada profesión de escritor, pese a haber escrito al menos cuatro tomos y mostrar una «extraordinaria capacidad narrativa» como resalta Piglia, escribe a su amigo el poeta español León Felipe:
«Maestro:
Hace ya varios años, al tomar el poder la Revolución recibí su último libro, dedicado por usted. Nunca se lo agradecí, pero siempre lo tuve muy presente. Tal vez le interese saber que uno de los dos o tres libros que tengo en mi cabecera es El Ciervo, pocas veces puedo leerlo, porque todavía en Cuba dormir, dejar el tiempo sin llenar con algo o descansar, simplemente es un pecado de lesa diligencia.
El otro día asistí a un acto de gran significación para mí. La sala estaba llena de obreros entusiastas y había un clima de hombre nuevo en el ambiente. Me afloró una gota del poeta fracasado que llevo dentro y recurrí a usted, para polemizar a la distancia. Es mi homenaje, le ruego que así lo interprete.
Si se siente tentado por el desafío, la invitación vale.
Con sincera admiración y aprecio.
Comandante Ernesto Che Guevara.
Guevara no fue un utópico, ni un populista al estilo «postmoderno». Estudiaba, cuestionaba y actuaba. La mencionada penúltima carta que escribe a Fidel Castro donde anticipa o mejor dicho advierte, de errores y fatales desvíos en diferentes momento de la revolución que hoy pueden constatarse en algunos de sus efectos, dan cuenta de ello.
Guevara fue un médico del alma, un estoico cuyo mayor placer radicaba en los textos, en la palabra escrita y leída, y que cambió el estetoscopio por un fusil cuando lo consideró necesario para erradicar la peor enfermedad que azota al género humano, la explotación de unos sobre otros, sin abandonar nunca una pluma.
Aleida March junto a Ernesto «Che» Guevara.
Santa Clara, Cuba, diciembre de 1958
- Nodarse Hernández, Rafael. «En el 65 aniversario de la graduación como médico de Ernesto Che Guevara (1953-2018)». Rev Cub Med Mil. 2019, vol.48, n.2. Disponible en http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0138-65572019000200017&lng=es&nrm=iso. Epub 01-Jun-2019. ISSN 0138-6557. ↩
- Piglia, Ricardo. «Ernesto Guevara, rastros de lectura», en El último lector. Barcelona: Anagrama, 2005. ↩
- March, Aleida. Evocación. Mi vida al lado del Che. La Habana: Ocean Sur, 2011. ↩
- Guevara, Ernesto. Epistolario de un tiempo. Cartas 1947-1967. Compilación de María del Carmen Ariet García y Disamis Arcia. La Habana, Ocean Sur, 2019. ↩
- Guevara, Ernesto. Apuntes filosóficos. Prólogo de Fernando Martínez Heredia. Compilación de María del Carmen Ariet García. La Habana, Ocean Sur, 2012. Colección «Che Guevara» en: https://www.oceansur.com/coleccion/che-guevara?page=4 ↩
- Guevara, Ernesto. Apuntes críticos a la Economía Política. Compilación de María del Carmen Ariet García. La Habana, Ocean Sur, 2016 ↩
- Piglia, Ricardo. Ibídem, p. 103. ↩
- Rozitchner, León. «La izquierda sin sujeto». El original fue publicado en la revista «La Rosa Blindada», en Buenos Aires, Año II, Nº9, 1966: https://www.filosofia.org/rev/pch/1968/pdf/n12p151.pdf ↩
- Manguel, Alberto. «La muerte del Che Guevara», en En el bosque del espejo. Traducción de Marcelo Cohen, Bogotá: Editorial Norma, 2001, pp.77-84. ↩
- VV.AA. Che lector. Prólogo de Alberto Manguel. Buenos Aires: Biblioteca Nacional de la República Argentina, 2017. ↩
- Nova Ramírez, Víctor Erwin. Arnaldo Orfila, una revolución editorial latinoamericana. Cuadernos de Universidades, Nº 16. Ciudad de México: Unión de Universidades de América Latina y el Caribe, 2022. ↩
- Ruiz Díaz, Emiliano. «Un lector voraz. En Che Lector, op. cit., pp.63-65 ↩
- Sánchez Vázquez, Adolfo. Filosofía, praxis y socialismo. Buenos Aires: Tesis 11 Grupo Editor, 1998, p. 116 ↩