Bajo el área sanitaria que se dio en llamar «salud mental» —una «falsa alianza de palabras»[1]—, se cobijan y «especializan» diversas prácticas «psi»: la psiquiatría, considerada una especialidad de la medicina y subordinada por tanto a ella, la psicofarmacología, la psicología del trabajo y la educación social, la logopedia, etc., todas ellas con sus protocolos de intervención y regidas por manuales de categorización diagnóstica.
El uso del término «salud mental» lleva implícita la idea de un diagnóstico, un pronóstico y un tratamiento protocolarios y por tanto de «enfermedad mental».