Regreso a Rusia: abril-mayo 2022
Primera cancelación: «la pandemia»
En abril de 2020 tenía planificado regresar a Rusia después de tres años de la última visita, treinta y dos años de la primera, cuando pertenecía a la Unión Soviética.
La ruta contemplaba varias etapas. En la primera llegaría a Moscú en avión, recorrería la ciudad unos diez días, asistiría a los actos del 1º de mayo [álbum], al desfile del Día de la Victoria del 9 de mayo [álbum] y al día siguiente viajaría en tren a Rostov del Don.
En Rostov del Don [álbum] comenzaba la segunda parte del viaje. Después de visitar la ciudad un par de días, viajaría en otro tren hasta la ciudad costera de Taganrog, a unos 80 km., la última ciudad rusa fronteriza con el Oblast de Donetsk.
Me acercaría a la frontera, al Mar de Azov, intentaría comprobar la situación de la zona, sabiendo de los graves conflictos civiles y militares de las últimas décadas, visitaría la casa natal [álbum] de Antón Chéjov… Esto me llevaría unos cuatro o cinco días para luego retornar a Rostov del Don.
El tercer momento del viaje lo reservé para recorrer la República de Crimea [álbum], península que en 2014 había decidido unirse a la Federación Rusa. Para ello tomaría otro tren desde Rostov del Don a Kerch pasando por Krasnodar, donde estaría al menos un día. Este tramo del viaje tenía un gran aliciente: el de poder cruzar el puente Tamán-Kerch, un puente de 20 km. de longitud que Rusia construyó en 2017 [Documental de ARTE-TV] y cuya vía férrea -inaugurada en 2019- atraviesa el estrecho que une el Mar de Azov con el Mar Negro.
El cuarto y último momento del viaje me llevaba a tomar un avión desde Simferópol, capital de Crimea, con destino a Minsk, haciendo escala para dirigirme a Chisináu, capital de Moldavia. No había ni hay posibilidad de llegar a Moldavia desde Rusia atravesando Ucrania desde por lo menos el año 2010.
En Chisináu un tren me llevaría rumbo a Tiraspol, capital de la «desconocida» Transnistria. El territorio de la República Moldava Pridnestroviana, que así se llama, se recuesta sobre la orilla izquierda del río Dniéster, y su bandera verdirroja porta una hoz, un martillo y una estrella de cinco puntas. Este pequeño estado, que fue motivo de burla el último año en algunos medios españoles cuando su principal equipo de fútbol viajó a Madrid para disputar un partido, no es reconocido a día de hoy, a excepción de algunos pocos países, entre ellos Abjasia, Osetia del Sur y la República de Nagorno-Karabaj, pero mantiene de facto estrechos vínculos con la Federación Rusa.
La ruta original, tomando como punto de partida Moscú y de llegada Tiraspol, era aproximadamente ésta:
En marzo de 2020 los gobiernos de gran parte del planeta cancelaron los desplazamientos y mi viaje quedó suspendido.
Dos años después pensé en retomar el proyecto del viaje, pero con otra configuración, algo más reducida. La fecha de salida también sería a finales de abril. La compañía Aeroflot, que me había conservado los billetes, me dio la posibilidad de viajar a Moscú el 24 de abril de 2022. Organicé mis tareas, mi trabajo y confirmé la salida del vuelo.
Segunda cancelación: «la guerra»
A los acontecimientos que se desencadenaron la última semana de febrero de 2022 siguieron sanciones y restricciones a Rusia, entre ellas el bloqueo -por parte de EE.UU., la UE y la mayoría, no todos, de los países aliados a la OTAN- a sus compañías aéreas. Inmediatamente recibo notificación de Aeroflot informándome que mi vuelo obviamente había sido cancelado. Consulté inquieto a los agentes telefónicos de la compañía: estos me sugirieron que valorara la posibilidad de llegar a Moscú a través de otras líneas aéreas y otras rutas.
Una de esas rutas era la de Belgrado–Minsk, dado que desde esta ciudad se puede llegar en avión a Moscú; otra posibilidad era la vía Estambul, también por Minsk, a través de Turkish Airlines.
Ante mi sorpresa comprobé que había más opciones para llegar a Rusia [Armenia, Ubezquistán, Azerbaiyán, Kazajistán, Teherán, Dubai, Israel -los vuelos desde Tel Aviv no se interrumpieron y se mantienen a día de hoy…], pero me decidí por la opción Estambul.
Turkish Airlines me informó que los vuelos durarían unas dos horas más desde Estambul debido a las restricciones del tráfico aéreo por el conflicto militar, que obligan a dar un rodeo al Mar Negro.
Previamente había consultado con el Consulado de Rusia en Madrid -días antes de que el gobierno español ordenara la salida de su cuerpo diplomático-, sobre los requisitos sanitarios de entrada y seguros necesarios para entrar al país. El visado no es necesario desde hace años para quienes tenemos la nacionalidad argentina.
Seguro de viaje: «las sanciones»
Un trámite que debía resolver era la cuestión del seguro de viaje obligatorio, requerido habitualmente para cualquier vuelo y que las aseguradoras de la U.E. ya no contratan para viajar a Rusia.
Por tanto me puse en contacto con empresas rusas pero tampoco era factible formalizar la póliza ya que no hay forma de realizar el pago por transferencia -otra de las consecuencias de las sanciones impuestas.
Ante esto recurro a una amiga rusa que actualmente vive en San Petersburgo. Ella realizó el pago -unos 1.100 rublos, al cambio de ese día unos 12 €, que es lo que cuesta habitualmente un seguro de viaje-, de este modo puede contratar y recibir mi póliza por correo electrónico. Cuando me reencontré con mi amiga en Moscú, ¡después de cinco años! -nos habíamos conocido en un viaje anterior en Novosibirsk, la capital de Siberia- le devolví su dinero y entre la alegría del reencuentro, obviamente comentamos las lamentables y problemáticas situaciones que generaban las masivas «sanciones».
Finalmente pude viajar a Moscú vía Estambul con Turkish Airlines la última semana de abril. Un vuelo que en total y debido al rodeo mencionado por las restricciones del espacio aéreo y los transbordos en los aeropuertos, que fueron tres, duró poco más de 28 horas desde Madrid.
De este modo, logré regresar a Rusia después de mi último viaje en 2017 -mis visitas al país donde «todo es posible» [1. Santos, Anselmo. En Rusia todo es posible. Relatos de la desmesura. Vigo: Trymar, 2003.] suman una docena, sus trenes del ferrocarril Transiberiano me permitieron atravesar, Mongolia, China, hasta llegar a Pyongyang…
La ruta de 2022, con un obligado itinerario que me llevó por Belgrado, Minsk, Sochi, Estambul, fue aproximadamente ésta:
Durante más de cuatro semanas y unos 16.000 km. en total, salvo visitar Transnistria, el proyecto de viaje de 2020 pude cumplirlo, además en unas circunstancias que lo hicieron aún más intenso y con muchos más interrogantes:
¿cómo sería la vida cotidiana del pueblo ruso ante la situación de enfrentamiento con la Europa del oeste, con EE.UU. y sus aliados?; ¿cómo le afectarían las sanciones y bloqueos?…
Días antes de viajar algunos países expulsaban a los diplomáticos rusos, otros bloqueaban cuentas de los trabajadores rusos residentes en países de la U.E., estudiantes de intercambio académico se marchaban de las universidades rusas, otros gobiernos prohibían las actuaciones del Ballet Bolshoi, se cancelaban películas de Tarkovski, seminarios sobre Dovstoievki…
De las muchas preguntas que yo mismo me hacía por la situación, de algunas intuía las respuestas: después más de una docena de visitas a este extenso país y de conocer someramente unas cuantas de sus ciudades y pueblos -recorridos que mayormente hice en trenes-, y de haber leído algo de su historia, creo tener un torpe esbozo sobre el carácter del pueblo ruso, de cómo maneja el tiempo y las dificultades, quizá de forma diferente a la de otros pueblos que tienen ya sea por olvido, necesidad o imposición, una presencia menor de su propia historia.
La ola de «rusofobia», que siempre ha estado latente en una pequeña pero importante parte de occidente, había despertado. Algunas personas cercanas a mi me enviaron mensajes e hicieron comentarios cuestionándome cuando supieron de mi viaje, que por cierto había organizado discretamente, como habitualmente hago cuando proyecto un viaje como este.
Otras, al regresar a mis rincones temporales, me miraron con recelo…
Llegada a Moscú
«Comprender» es imposible sin «conocer». La historia debe enseñarnos, en primer lugar, a leer un periódico.
Pierre Vilar, Iniciación al vocabulario del análisis histórico.
Aeroexpress: Aeropuerto de Vnokovo – Estación Kievskaya
Día del Trabajo, 1º de mayo
Sin duda el 1º de mayo representa para mi una de las fechas mas importante del año. Es así desde mi infancia, tiempo antes de empezar a trabajar en mi adolescencia. Eso se lo debo a mi padre, que no pudo terminar la educación primaria. Era albañil desde los 12 años, peón en ese momento, cuando fallecieron con meses de diferencia sus padres, mis abuelos de Santiago del Estero [una provincia árida, pobre y sofocante producto de la deforestación de las empresas que durante el siglo XX se llevaron los troncos de quebracho a Inglaterra, tarea de despojo de la que se encargaba la empresa británica «La Forestal»: las vías de los ferrocarriles británicos descansaban sobre los rojos y duros durmientes hechos con los árboles del norte argentino, el Chaco, que documenta en parte la película Quebracho], y en varias ocasiones ya de adulto, delegado sindical de las obras en las que trabajaba y generalmente le explotaban.
Gracias a mi padre esa fecha, el Día del Trabajo, siempre fue importante en mi casa de la infancia en San José, un barrio obrero de Temperley, localidad a unos 20 km. al sur de Buenos Aires donde hice la escuela primaria y la secundaria. La casa la construyó mi padre en un terreno baldío, era lo habitual para quienes llegaban del interior del país a los suburbios de la capital, en lotes con calles de tierra, a veces sin agua, otras sin luz, pero siempre sin cloacas. Vivíamos cerca de la avenida Pasco y del arroyo Las Perdices, un barrio tristemente célebre por un episodio infame ocurrido, entre otros tantos en la Argentina, en los años setenta: «la masacre de Pasco».
Rusia siempre estuvo muy presente en la Argentina debido quizá a la cantidad de inmigrantes que llegaron al Río de la Plata desde al menos 1881 en diferentes momentos —Argentina alberga la mayor comunidad rusa de Sudamérica, actualmente unos 350.000 descendientes— y en mi casa por las situaciones que mi madre andaluza había vivido, ella si pudo terminar la escuela primaria en Sevilla, y que relataba de la guerra civil española —mi madre nació en 1924 en Córdoba y emigró a Sudamérica en 1956 huyendo en un barco de la silenciada hambruna andaluza [2. Barnés Héctor G. (2021, 16 de febrero). La hambruna española que fue borrada de la historia. Diario El Confidencial. https://www.elconfidencial.com/cultura/2021-02-16/gran-hambruna-espanola-muertos-guerra_2945088/.] en la que vivía junto a su familia e intentar desde allí poder ayudar con algún envío de dinero, en aquella época el peso argentino ¡tenía valor! En Buenos Aires se unió a su hermana mayor que junto a su marido, mi tío Paco y sus dos hijos pequeños habían viajado un par de años antes. Quedaron en Sevilla cuatro hermanas de mi madre y mis abuelos, a los que nunca llegué a conocer. Ambos eran cordobeses, mi abuelo había nacido en Montoro y mi abuela en Almodóvar del Río.
Mi madre me hablaba de la Unión Soviética, de la ayuda que los rusos dieron a los republicanos durante la guerra y de las Brigadas Internacionales [3.Kowalsky, Daniel. La Unión Soviética y la Guerra Civil Española. Prólogo de Stanley G. Payne. Barcelona: Crítica, 2004.]
[4.Rybalkin, Yuri. Stalin y España. Prólogo de Ángel Viñas. Madrid: Marcial Pons, 2008.]
No poco le debo a mis padres.
En los años ´70, durante primera dictadura militar argentina que recuerdo con bastante claridad, tenía unos catorce años cuando el último golpe de estado, escuchábamos en casa a través de un transistor de onda corta las noticias de Radio Moscú! Todos los medios nacionales estaban lógicamente intervenidos. Alguna vez llegué a pensar que ese recuerdo era un «recuerdo encubridor», sobre todo cuando empecé a leer a Freud: ya sabemos que cuando uno cree saber «algo» encuentra ese «algo» en todas las situaciones, pero no es así: las transmisiones eran reales, mágicamente reales, emisiones en castellano del Komsomol [5.Organización Juvenil del P.C.U.S., creada en 1918 y disuelta en 1991.]
Tiempo después desde esa misma emisora moscovita nos llegarían sobre la «Guerra de las Malvinas». Noticias que los medios argentinos obviamente ocultaban.
Las «noticias» que los medios difunden por lo general, no es información, es mercancía. [Ya no sorprende, pero ¿tendrá alguna explicación, que la masa por lo general sospeche de lo «verdadero», que en ocasiones es evidente, y asuma lo «falso» con tanta docilidad?: ¿la post-modernidad habrá acabado con el pensamiento crítico?] Sabemos que quienes se encargan de difundir las «noticias-mercancías» no son más que vendedores de crecepelo, aún así se les cree, otra cosa es el periodismo, profesión devaluada como tantas otras hoy día.
Radio Moscú nos contaba algo distinto sobre Malvinas. La guerra estaba perdida desde un principio, la propaganda de la Junta Militar insistía en lo contrario. ¿De ganar la guerra los militares hubiesen seguido en el poder?
Mi padre falleció poco antes de aquello. Había sido detenido en esa década y preso al menos en tres ocasiones; la última vez meses antes de morir con menos de cincuenta años, en octubre del año anterior.
Vivir el 1º de mayo en Moscú -¡quién me lo hubiera dicho!- en la Plaza de la Revolución, entre banderas rojas, frente al Teatro Bolshoi y junto a la estatua de Karl Marx aumentaba para mi el valor del acontecimiento.
Cementerio Novodévichi, Moscú
El 2 de mayo de 2022 visité el Cementerio Novodévichi [página oficial] ubicado junto al Monasterio de Novodévichi que a su vez alberga la Catedral de Nuestra Señora de Smolensk (S. XVI).
El cementerio se inauguró en 1898 y acoge las tumbas de personajes de la cultura, el arte, la ciencia, la política rusa, soviética… Pasear por sus callejuelas es un encuentro con la historia. Visitarlo puede llevar un par de días.
El cementerio es frecuentado por estudiantes, artistas, profesores, familias: es una biblioteca, es un museo que nos obliga a estudiar la vida de sus ilustres moradores.
Pude contemplar las tumbas de quienes más admiro buscando en el mapa que ofrecen en la oficina de la entrada, entre ellos: los escritores y poetas Mijaíl Bulgákov, Antón Chéjov, Nikolái Gógol, Vladímir Mayakovski; junto el maestro del cine Serguéi Eisenstein, al cofundador del Teatro de Arte de Moscú, Konstantín Stanislavski…
Del campo de la historia política y social de la última centuria me encontré la tumba de Andrei Gromiko ministro de Relaciones Exteriores de la URSS en los años ochenta, la del locutor de radio Yuri B. Levitán y la tumba del muy citado pero intencionadamente poco conocido Piotr Kropotkin, pensador imprescindible, inquieto y brillante geógrafo.
Sigue la lista con Viacheslav Mólotov que además de dar su apellido sin su consentimiento al famoso explosivo de fabricación artesanal -el apodo tiene origen en un sarcasmo de los finlandeses tras la entrada de los soviéticos en su territorio en 1939- fue un político brillante y un negociador amable pero irreductible; la historiadora e implacable francotiradora Lyudmila Pavlichenko [la editorial Crítica ha publicado sus memorias en 2019], y una pequeña estatua blanca que señala que ahí descansa Nadezhda Alilúyeva, segunda esposa de Iósif Stalin.
También están las tumbas de los físicos [me interesa la tecnología industrial, desde mis estudios secundarios en escuelas técnicas en Buenos Aires y otros ochos años en la Universidad Tecnológica de Avellaneda, además de mis trabajos como obrero y técnico luego en refinerías, astilleros, en el ferrocarril…] Piotr Kapitsa, premio Nobel de Física en 1978, el también físico Serguéi Kapitsa y el célebre ingeniero aeronáutico Andréi Túpolev, quien tuvo una militancia política oscura: se le vinculó con un partido nazi-soviético y por ello fue llevado a prisión unos siete años, desde donde siguió trabajando en sus diseños aeronáuticos para la «Madre Patria».
También está la tumba del brillante psicólogo Lev Vygotski, de quien estudié sus teorías sobre el desarrollo en segundo o tercero de psicología en Madrid, ciudad a la que llegué en 1990.
Del campo de la música la lista es muy amplia. Pude ver las tumbas de Serguéi Prokófiev, Mstislav Rostropóvich, Aleksandr Skriabin (al que escucho con frecuencia ya que me evoca la primera vez que a través los dedos de mi hija al piano conocí una obra suya), Dmitri Shostakóvich…
Así como los rincones que albergan los restos de personajes que considero nefastos para la historia reciente de Rusia y del mundo, tales como el de Yeltsin, el de Jruschov. También está la tumba de Raísa Gorbachova, esposa de quien fuera ariete del desastre soviético de los noventa: Mijail Gorbachov.
Metro de Moscú
Ensayo del desfile del Día de la Victoria: 4 de mayo de 2022
El de este año sin duda era un desfile especial. Las circunstancias de la guerra obligaban a que lo fuera. Es habitual la realización de tres ensayos antes del desfile del día 9 de mayo por las calles de Moscú. El primer ensayo de este año fue el día 27 de abril. El segundo, que pude presenciar, fue el miércoles 4 de mayo, ambos a las diez de la noche.
Sobre las seis de la tarde las máquinas de guerra fueron llegando lentamente a las calles. Verlas, sabiendo que las que contenían carga se estaban utilizando a unos centenares de kilómetros, me estremeció.
El olor del combustible quemado me entristeció.
Los acorazados estaban a pocos metros de mi, podía tocarlos, no parecían reales, salvo por el ruido de los motores y el golpe ronco de las orugas de hierro sobre el asfalto.
Lugares de Moscú
A los pocos días de regresar a mis rincones habituales, un parroquiano, que no había visitado Rusia jamás, me comentó en la barra de un bar sobre la escasez de alimentos en los mercados rusos y las detenciones masivas en las calles en protesta contra el gobierno. Agradeciéndole la información le comenté que estando allí no veía la hora de volver para que me informara de segunda, tercera o quinta mano sobre la situación de la vida cotidiana en el vecino país, cercano geográficamente pero desconocido para la mirada de un europeo del lejano oeste…
Desfile Día de la Victoria: 9 de mayo de 2022
En las calles de las ciudades de Rusia, desfilan cada año, los descendientes de los muertos por la invasión nazi 1941-1945…
Rostov del Don
Taganrog, Casa Natal de Antón Chéjov, Mar de Azov
República Autónoma de Crimea
La visita a la península de Crimea era y fue una etapa clave de mi viaje. Por su significado histórico y político, acentuado por los acontecimientos de la última década.
La península de Crimea ocupa una superficie cercana a la de Bélgica, unos 27.000 km2., con 2.700 km. de costa sobre el Mar de Azov y el Mar Negro. Antes de viajar leí algunos textos de historiadores reconocidos, entre ellos uno de Josep Fontana, donde señala, refiriéndose a los intentos históricos de cambiar el dominio imperante, que:
«Uno de esos intentos de transformación social, que se inició en Rusia en 1917, ha marcado la trayectoria de los cien años transcurridos desde entonces. La amenaza de subversión del orden establecido que implicaba el modelo revolucionario bolchevique determinó la evolución política de los demás, empeñados en combatirlo y, sobre todo, en impedir que su ejemplo se extendiera por el mundo. Fascismo y nazismo, por ejemplo, nacieron como respuestas a la amenaza comunista, proponiendo como alternativa modelos de revolución nacionalista que no pasaron de formulaciones retóricas» [6. Fontana, Josep. El siglo de la revolución. Barcelona: Editorial Crítica, 2017, p. 11]
Y yo añadiría que esas «respuestas» trajeron no pocos conflictos, tragedias, y guerras en este siglo y el anterior y otra veintena que actualmente están en sangriento vigor. No siendo éste el lugar para enumerarlos, me limitaré al conflicto que compete a Crimea, territorio que la U.R.R.S. cedió a Ucrania bajo el gobierno de Nikita Jrushchov en 1954.
Lo que no sale en los medios «no-existe».
George Kennan, quien fuera embajador estadounidense en la U.R.S.S. en 1952 y en Yugoslavia entre 1961 y 1963, advirtió a finales de los noventa de los efectos negativos que contra los intereses de su país tendría la expansión de la OTAN hacia las fronteras de Rusia.[7.Ibídem, p.585.]
En febrero de 2014, el gobierno del presidente electo de los EE.UU., Barack Obama, premio Nobel de la Paz en 2009, apoyó un golpe de estado en Ucrania -auspiciado o al menos tolerado por sus socios de la OTAN– que derrocó al gobierno del también presidente electo Viktor Yanukovich. En su lugar los golpistas colocaron un régimen de extrema derecha declarado antirruso. Famosa es la frase que se filtró de una conversación entre Victoria Nuland, en ese momento responsable de la política exterior para asuntos europeos y euroasiáticos de los EE.UU., actualmente subsecretaria de estado y Geoffrey Pyatt, entonces Embajador de los EE.UU. en Kiev. [8.Chiacu, Doina. Mohammed, Arshad. (2014, 7 de febrero). Audio filtrado revela vergonzosa conversación de embajador de EEUU en Ucrania. Agencia Reuters. https://www.reuters.com/article/portada-ucrania-eeuu-audio-idLTASIEA1602020140207]
Estos infames sucesos nos lo recuerda en una conferencia reciente Juan Antonio Zorrilla.[9.Zorrilla, José A. (2022, 5 de mayo). Ucrania: ¿cómo hemos llegado a esta situación? San Telmo Museoa. Video YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=fQKFa-HNjSc]
Consumado el golpe de estado en el gobierno central de Kiev, las provincias del este de Ucrania, mayoritariamente rusófonas, comenzaron a exigir sus respectivas autonomías. Así como en la península de Crimea por iniciativa popular se puso en marcha un referéndum que dio como resultado la declaración de la autonomía y la incorporación de la declarada República de Crimea a la Federación Rusa.
El golpe del 2014 reavivó un conflicto civil y militar que explotó en febrero de 2022 y tomó por sorpresa a gran parte de occidente, dado que dicho conflicto estaba sometido a interesado ocultamiento en los medios.
En 2022 la población de Europa occidental descubría un territorio nuevo: el «Donbás» del que la mayoría no tenía noticias de su existencia, así como tampoco de la ciudad de «Mariúpol» -si meses antes se hubiese hecho una encuesta en alguna capital europea o estadounidense consultando sobre la existencia y ubicación de esos enclaves, probablemente el resultado los daría como cercanos a alguna playa del Caribe- como tampoco muy pocas personas sabían de Transnistria, menos aún de Kaliningrado, antes Königsberg, ciudad donde nació Immanuel Kant, que alberga una universidad que lleva su nombre. Recuerdo vagamente la cara de asombro de algunos cercanos míos, cuando a principios de 2020 comenté que iba a viajar a Transnistria, la República de Pridnestovie, al otro lado del río Dniéster… Sabemos que aquello que no aparece en los medios no existe para la mayoría de la población: (por ejemplo, la masacre de Yemen).
Otro personaje a considerar es Zbigniew Brzezinski, quien fuera consejero nacional de seguridad del Presidente James Carter, y «uno de los estrategas imperiales mas conocidos de Estados Unidos».[10.Poch-de-Feliú, Rafael. Blog La Vanguardia: https://blogs.lavanguardia.com/paris-poch/2017/06/08/brzezinski-gigante-se-nos-fue-43960/]
En 2016 publicó un artículo donde alertó que
«(…) EE.UU. sigue siendo la entidad política, económica y militarmente más poderosa del mundo, pero, dados los complejos cambios geopolíticos en los equilibrios regionales, ya no es la potencia imperial global» [11. Brzezinski, Zbigniew. Toward a global realignment. The American interest. Volumen 11, Número 6. 2016, 17 de abril. Hacia un realineamiento global – The American Interest (the-american-interest.com)].
Añadiendo que ante los dos estados potencialmente amenazantes, a saber China y Rusia, le correspondería a los EE.UU. diseñar una política en la que al menos uno de esos dos estados potencialmente amenazantes se convirtiera en un «socio» y contener al rival más probable para extralimitarse: Rusia.
Rusia desde su posición de debilidad después de la implosión de la URSS, y del saqueo de sus recursos naturales y públicos que provocó que su población cayera en la pobreza, sorprendentemente resurgió -yo diría más rápido de lo esperado, tal como he podido comprobar en cada viaje que he realizado al mejorar notablemente sus infraestructuras y ciudades- y para que no le sucediera lo que a otros países del «eje del mal», es decir, la destrucción total, comenzó a desarrollar armamento nuclear, a costa quizá de sacrificar la mejora de servicios necesarios para la población. En esta última década fortaleció sus defensas militares, y se vio obligada ante las señales insistentes que desde EEUU, la OTAN y sus aliados le llegaban, a entrar en una Nueva Guerra Fría, quizá indeseada.
La OTAN planeaba después del cambio de gobierno en Kiev instalar sus bases en Crimea. Pero en 2014 la mayoría de la población de la península declaró su soberanía y retorno a territorio ruso [12. Poch-de-Feliú, Rafael. La invasión de Ucrania. Contexto, 2022, p. 81].
El puente de Kerch
Rusia construyó entre 2014 y 2018 un puente de 19 km. sobre el estrecho de Kerch para conectar Crimea con el Krai de Krasnodar. Se trata de una conexión de Crimea con la Rusia continental por tierra. en 2019 se inauguró la vía ferroviaria que conecta Crimea con Moscú.
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