El amargo desencanto de las masas (II)

Elecciones: cuando se vota en contra del propio interés

Todo acontecimiento tiene una historia. No emerge de la nada. En este año 2023 la inflación en la Argentina supera el 100% anual. Como si la crisis del 2001, el espectro del famoso y trágico corralito retornara o nunca se hubiese ido. Ningún acontecimiento que se produzca en un país puede reducirse a una circunstancia puntual, aunque se repita cíclicamente, como sucede en el «caso argentino». Por ejemplo, si dijéramos que la crisis de 1929 fue «la causa» del ascenso del Partido Nacionalsocialista en Alemania, parafraseando a Pierre Vilar, deberíamos pedir perdón a la memoria histórica por la ligereza. [1. Pierre Vilar. Pensar la historia, México: Instituto Mora, 1992, p. 57.]



Teatro Colón. Gentileza Ente de Turismo de la Ciudad de Buenos Aires: turismo.buenosaires.gob.ar

El subdesarrollo latinoamericano

A la desaforada esperanza, sucedió, como es natural, una depresión excesiva.

La biblioteca de Babel.

J. L. Borges.

Es sabido que no hay relación causal entre la situación económica y social de un pueblo y un resultado electoral que permite la llegada al gobierno de un partido contrario a sus propios intereses. Siempre habrá otros elementos: apoyos económicos, mediáticos, empresariales, injerencias externas… para que un régimen de esa característica llegue al poder, como sucedió con el trágico ejemplo alemán de los años 30, donde la posición del partido socialdemócrata en aquella época, facilitó las cosas para que así sucediera, ya sea por inoperancia, fragilidad política o ineptitud.

«Sólo una historia comparada (y total —economía, sociedades, civilizaciones) es el instrumento adecuado para descubrir los procesos y poner a prueba los modelos, para distinguir en las múltiples combinaciones entre “lo viejo” y “lo nuevo”, lo que es promesa, lo que es amenaza. Entre las ciencias del hombre, las más ilusorias son aquellas que prometen descubrir en el aislamiento, un solo sector de las realidades (“economía” por una parte, “mentalidades” por otra), como si todos los “sectores” no fueran siempre interdependientes[2. Ibídem, p. 52.]

A principio del siglo XIX las oligarquías criollas en Latinoamérica se desgajaron de España (como ocurrió en Cuba en 1898 y en Panamá en 1903, con la diferencia que ambas pasaron a control directo de los EE.UU. sin interluidos, como bien señala Augusto Zamora). Las luchas contra el colonialismo se produjeron en medio del auge del capitalismo, modo de producción emergente en las potencias de occidente. [3. Augusto Zamora R. Malditos libertadores. Historia del subdesarrollo latinoamericano. Madrid: Siglo XXI, 2020, p. 39].

Pero la verdadera independencia política y por tanto económica nunca llegó a materializarse en los países de Latinoamérica. Hay momentos en los que algunos parecen estar más cerca de lograrlo: Brasil, México… pero nunca terminan de desprenderse de los tentáculos financieros externos del Banco Mundial, del FMI, con deudas públicas que no bajan del 85% y 60% del PBI respectivamente. En esa dirección, estos días de agosto se han producido movimientos interesantes por parte de los países que conforman los BRICS, pese a algunas fricciones entre ellos —China y la India— grupo económico con perspectivas de alcance político creado en 2009 por Brasil, la «aislada y sancionada» Rusia, la hasta hace poco suministradora de madera, carbón, petróleo y gas a precios preferentes a la Europa occidental, India, China y Sudáfrica, que apuntan a un mundo multipolar que pueda hacer frente al unilateralismo de EE.UU. y que en la última reunión, que ha tomado gran trascendencia dado el conflicto en varias direcciones pero con un aparente mismo punto de origen (la disputa por la hegemonía económica mundial entre EE.UU.-Unión Europea por un lado y China-Rusia, por el otro) han aceptado nuevos países miembros: la Argentina, Egipto, Etiopía, la también sancionada República Islámica de Irán, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes.

Unos apuntes respecto a los BRICS. Recordemos que el acrónimo «BRIC» surge en 2001 por idea de un miembro, en aquel entones, del grupo financiero Goldman Sachs, el economista Jim O’Neill. También sería pertinente tener en cuenta que en principio y por la propia naturaleza de los países que conforman el grupo no parece que las propuestas de los BRICS vengan a subvertir el orden económico actual del sistema capitalista y precapitalista imperante en gran parte del planeta.

El proyecto de los BRICS (que por el momento no tiene una sede física ni sitio WEB) viene con la expresa intención de disputarle a occidente, es decir a EE.UU. y Europa, el lugar que hasta este momento vienen ocupando por imposición mediante su fuerza militar, económica y cultural, lugar en el que se ha asentado aún más desde la caída del bloque soviético.

La iniciativa se viene desplegando dentro de un marco donde el sistema económico basado en la propiedad privada de los medios de producción, en la libre competencia y en el mercado no creo corra peligro alguno. Pese a ello, la esperanza de una especie de capitalismo con «rostro humano» (nunca entendí el significado de la expresión) que atienda un poco más a las necesidades de los pueblos, siempre siempre será bienvenida.

No hay un único «capitalismo», los hay de varias especies

En los años ´90 el francés Michel Albert escribió un ensayo titulado Capitalismo contra Capitalismo [4. Michel Albert. Capitalismo contra capitalismo, Buenos Aires, Ed. Paidós, 2a. reimpresión, 1993.], donde planteaba que en realidad no existía una sola forma de capitalismo, sino en ese momento, al menos dos modelos: el anglosajón y el modelo renano. El primero, que es el que se ha impuesto, es más desregulado, hecho a medida de las necesidades empresariales, sin atender a la protección de los trabajadores y con libertad total de circulación de capitales y fuerza de trabajo. El renano, vigente en algunos países del norte de Europa (llámese «estado de bienestar») es un modelo más regulado, con variable grado de protección social según cada país y con una legislación laboral con mayor protección de los trabajadores.

Hablar en términos de capitalismo, modos de producción, imperialismo… resulta anticuado en la actualidad, por la incomodidad que produce en las nuevas formas de entender las relaciones económicas entre países. Son términos, mejor dichos conceptos y categorías, que en esta época se consideran obsoletos, al punto que ni siquiera las organizaciones sociales, sindicales y políticas de las izquierdas contemporáneas y «progresistas» se atreven a usarlos.

El reparto de África

Pero la realidad es terca. Lo que se reprime, retorna.

¿Con qué términos y en qué modo puede explicarse la situación de por ejemplo de la República de Níger respecto a sus riquezas naturales y el saqueo a la que es sometida por parte del Estado francés que protege con su ejército a las empresas privadas que ejecutan la extracción de uranio, entre otras materias primas?

[Un apunte: siempre que hay un expolio por parte de empresas privadas de occidente en algún país (Siria, Níger, Irak, etc.), dichas empresas siempre están protegidas por el ejército del Estado al que pertenecen (Francia, EEUU. etc…), es decir, dichos Estados garantizan la apropiación de riquezas de otros].

A la revuelta que desembocó en la caída del gobierno nigerino y de las élites prebendarias leales al Estado francés, se la llamó en los medios de occidente «golpe de estado».

Organizaciones pertenecientes a la llamada «comunidad internacional» (la OTAN y la CEDEAO [Comunidad Económica de Estados de África Occidental] principalmente) reaccionaron amenazando con intervenir militarmente para forzar el retorno a la situación anterior, es decir, volver a colocar en el poder a los que participaban del saqueo de los recursos naturales, con el peligro real de que una nueva guerra civil se produzca en el corazón de Africa. Pero esto a la «comunidad internacional» beneficiaria de la extracción de las riquezas africanas, no le importa lo más mínimo. Es lo que han hecho desde siglos, expolio que se formalizó con el pacto firmado en la Conferencia de Berlín de 1885 convocada por Francia y Alemania para delinear el reparto colonial de África, encuentro al que no fue invitado ningún estado africano.

El reparto de África. Conferencia de Berlín. Publicada en Le Journal L´Ilustration, 1885

Las fuerzas imperiales de occidente, siempre en nombre de la libertad, la igualdad y la fraternidad, en el caso del estado francés, de la democracia, en el caso de las fuerzas del imperio anglosajón y norteamericano, reiteramos, amenazan con intervenir en Níger. El embajador francés acaba ser expulsado del país por la nueva junta de gobierno, y mientras ensayamos estas líneas, se acaba de producir una revuelta en otro país donde Francia tiene gran influencia, nos referimos a la República Gabonesa… Veremos que sucede.

Insistimos. Un concepto es considerado obsoleto o superado cuando define y revela con valor histórico una injusticia por parte de quienes imponen el orden neoliberal y neocolonial (otros dos términos «superados» en el marco del pensamiento de yeso seco de occidente) que marcan las pautas económicas y sociales. Conceptos y categorías rechazados que provienen del campo de la sociología, la ciencia de la historia, el materialismo histórico, etc… que tienen igual valor y vigencia que la ley de la gravedad newtoniana, al menos, sobre la superficie de la tierra.

La independencia que nunca llega

Latinoamérica se independizó de España en el momento en que vastas regiones del mundo cayeron bajo el dominio de otras pocas potencias europeas (Francia, Holanda, Belgica…). Cuando Latinoamérica parecía librarse de esas dos lacras, del colonialismo y del imperialismo, esa independencia nunca ha llegado a materializarse. Los países latinoamericanos (fundados mucho antes que la gran mayoría de países europeos…) salieron de la órbita ibérica y entraron al mismo tiempo en la anglosajona.

Durante el largo y vertiginoso siglo pasado y el presente ha fluido más dinero desde Latinoamérica a los EE.UU. que en la dirección opuesta, pese a la infinidad de préstamos que se firman con el objeto de mantener la dependencia económica e incrementar exponencialmente la deuda. Esto lo resume el documento publicado de Paul Rosenstein-Rodan publicado en 1961 por el MIT. [5. Paul Rosenstein-Rodan (1961). International Aid for Underdeveloped Countries. The Review of Economics and Statistics, 43(2), 107–138. https://doi.org/10.2307/1928662 ; en línea: https://pdfs.semanticscholar.org/895f/2bcb2b9bd4f567e6b31a3d6335b81fe0ac47.pdf.] Este proceso de crecimiento en desequilibrio [6. Paul Rosenstein-Rodan.«Natura Facit Saltum: Analysis of the Disequilibrium Growth Process» (Análisis de «El proceso de crecimiento en desequilibrio»); en línea: https://www.rrojasdatabank.info/pioneers8a.pdf] comercial sólo perpetúa la descapitalización de los países latinoamericanos con el objeto de consolidar la dependencia de éstos: «los empréstitos privados y públicos los integran países deudores, y como las ganancias provenientes de las inversiones privadas se repatrían, hay una transferencia neta de riqueza del país en desarrollo al país desarrollado». [7. Karl Deutsch. «Social Mobilization and political Development», The American Political Science Review, vol. 55, núm. 3, septiembre de 1961, Yale University Press, New Haven, Connecticut, pp. 493-514, disponible en: https://www.jstor.org/stable/1952679]. [8. Augusto Zamora R. Ibídem, p. 40]. La independencia, necesaria, imprescindible, de los reinos de España y de Portugal, solo significó cambiar de tipo de dominación y de amo.

Las oligarquías criollas

Latinoamérica pasó sin transición alguna del decadente y grisáceo imperialismo ibérico, como hemos apuntado, a otro más taimado, cruel y rapaz, al británico primero y al estadounidense hasta nuestros días, ambos más incisivos e implacables. [9. Ibídem, p. 44].

En su libro «La acumulación del capital», en el capítulo dedicado a los créditos internacionales, Rosa Luxemburgo afirmó que los préstamos«son indispensables para la emancipación de los estados que aspiran a ser capitalistas y son, al mismo tiempo, el medio más seguro para que los estados capitalistas antiguos ejerzan su tutela sobre los modernos, controlen su Hacienda y hagan presión sobre su política exterior y sobre su política aduanera y comercial.»[10. Rosa Luxemburgo. «Los empréstitos internacionales», en La acumulación del capital. Disponible en: https://www.marxists.org/espanol/luxem/1913/1913-lal-acumulacion-del-capital.pdf].

Este certero análisis de Rosa Luxemburgo sigue vigente hoy día, donde muchos países no pretenden salir del sistema capitalista dominante, sino por el contrario procuran y ruegan entrar en él, dado que sus economías y relaciones de producción en gran parte de ellos (África, Latinoamérica), son precapitalistas. La mayoría de partidos progresistas y fuerzas políticas de nuevo cuño apuntan en esa dirección. El objetivo que manifiestan esas organizaciones políticas autóctonas, es que los países y pueblos que dicen representar sean capitalistas de pleno derecho. Y ese un error elemental si lo que se pretende con ello es el bienestar y autonomía de esos países. Los países que ocupan el centro de poder no lo permitirán, ya que por estructura necesitan de regiones precapitalistas para sostenerse, mediante la llamada «acumulación originaria» permanente, como se observa en los países africanos que suministran las materias primas a precios irrisorios y prebendas mediante, que Europa necesita, puesto que sin ese trasvase de riquezas el «aglomerado» europeo se desmoronaría.

Los grupos dominantes de las oligarquías regionales (oligarquía es otro término que se considera caduco, pese a la vigencia por la necesidad de su uso para nombrar una realidad histórica) de cada uno de los países latinoamericanos librados del dominio ibérico estuvieron siempre más pendientes de satisfacer el poder de Londres primero, y el de Washington después que de crear Estados libres fuertes, industrializados y pueblos educados. Así hasta nuestros días.

Las oligarquías criollas «(…) favorecieron el neocolonialismo y siguen siendo abanderadas de sistemas económicos y sociales que mantienen a los países anclados en el siglo XVIII.» [11. Augusto Zamora, R. Ibídem, p 143-144.] Mientras gobiernos «progresistas» regionales siguen recurriendo a quienes armaron el entramado neocolonial para meter a Latinoamérica en este laberinto (FMI, Banco Mundial, etc..) para que la saquen de él. Es ingenuo creer que el que creó la trampa financiera para su propio beneficio renuncie a ella sin más y acuda al rescate.

Cerramos esta parte resumiendo que en las oligarquías latinoamericanas encontramos una de las claves principales de la situación actual de la región. Aunque el término «oligarquías» esté anticuado y devaluado por su intencionado desuso, los pueblos latinoamericanos y africanos nunca han podido librarse de ellas.

En el caso argentino es más que evidente.


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El amargo desencanto de las masas (III)