La destrucción de Yugoslavia

La República Federativa Socialista de Yugoslavia tuvo la circunstancia de no llegar a ser incluida en la lista de «estados canallas», ni en los países miembros del «eje del mal», ya que la OTAN liderada por los EE.UU. la bombardeó en 1999, y con el apoyo incondicional y servil de sus aliados de la Unión Europea forzó su desintegración y partición en seis estados, de los cuales la República de Serbia, continúa en permanente sospecha.



Memoria individual y memoria colectiva

Según como archivemos en nuestro psiquismo «hechos» y «acontecimientos» de nuestro pasado personal los viviremos en el presente.

Podemos rememorar esos recuerdos, analizarlos y volver a archivarlos de otro modo, para que, si fueron traumatizantes o angustiosos, dejen de limitarnos en el presente, y devengan sutiles recuerdos que nos permitan estar atentos para que esos sucesos, si dependen de nosotros, no vuelvan a repetirse y si se repitieran poder afrontarlos de modo que nos afecten lo menos posible.

Intentar rememorar y elaborar nuestra memoria individual, personal, puede llevarnos a una aporía, ya que nuestros recuerdos se archivan en nosotros mismos, coincidiendo el aparato de elaboración de recuerdos y el archivador en un mismo espacio: nuestro psiquismo. De ahí que la tarea requiere por lo general de la presencia de un tercero, alguien debidamente formado en la profesión analítica que nos acompañe en el arduo trabajo de elaborar nuestros recuerdos para mitigar el dolor que pudieran estar ocasionándonos o para no repetir y ejecutar actos que puedan llegar a dañarnos.

Por su parte si queremos estudiar y elaborar la memoria colectiva, la memoria social, tenemos ciertas ventajas. Podemos recurrir a archivos externos, como los que nos brinda la ciencia histórica con todos sus medios: libros, hemerotecas… Es decir, el aparato de reflexión y de análisis [nuestro psiquismo] no es el mismo que el «archivo» al que podemos recurrir, que será externo a él, teniendo en consideración que nuestra «ideología», nuestra concepción del mundo estará inevitablemente presente a la hora de elegir los «archivos» en los que indagaremos.

La tragedia de la falta de memoria

En uno de los textos de «El legado de Europa» lamenta Stefan Zweig ese raro impulso inconsciente en los individuos, y a veces también consciente, de generaciones y de pueblos enteros para olvidar la verdad de vivencias penosas. Zweig lo considera un proceso de selección unilateral y de falseamiento, un misteriosos espíritu del olvido, que quizá por un paradójico mecanismo de «autoconservarción» puede dar como resultado que volvamos a repetir nuestras tragedias, las individuales y las colectivas.

Estas reflexiones las hace Stefan Zweig en 1919. Recién terminada la primer gran guerra europea, finalizando la «guerra civil» en Rusia, provocada por la invasión de la incipiente nación bolchevique por parte de 13 estados europeos para intentar restaurar el orden zarista, y un par de decenas de años antes de que Europa se volviera a embarcar en otra guerra aún más devastadora:

En 1941 la historia se repitió, Yugoslavia fue arrasada por el nazismo alemán y el territorio ocupado fue parcelado de esta manera:

Partición de Yugoslavia. Ocupación alemana, 1943.

Hoy en el corazón de Europa —pequeña península occidental de Eurasia, cuna del fascismo y del nazismo—, que por extensión abarca la costa de tres mares, el Mediterráneo, el Negro y Báltico, a los que podemos agregar el mar Caspio, la tragedia se repite y los actores son los mismos.

El mismo falso juego político junto a la pereza mental de los pueblos, impide, con el apoyo inestimable de la propaganda de los medios al servicio del imperio, nos embrutece y nos empuja a renegar de la verdad u ocultarla, y no es por falta de medios y «dispositivos» para acceder a ella.

Y eso es precisamente, invocando a Zweig, lo que «hace a nuestra época tan terriblemente trágica, tan repugnante, tan desesperanzada, una época de fe incrédula, donde los ideales que se lanzan a voz en grito tengan acento falso».

El Palacio de Rambouillet

En este bello y siniestro castillo fue donde el mes de febrero de 1999 se fraguó el bombardeo de Belgrado. Aquí nos limitaremos a un resumen de los hechos y algunos de sus protagonistas, que pueden ampliarse, entre otras, en las referencias que citaremos.


Château de Rambouillet. Sede de las negociaciones Serbia-OTAN en febrero de 1999.

Probablemente de todas las intervenciones militares y económicas de los EE.UU. y sus aliados, la de Yugoslavia sea de las pocas que cumplió con todos los objetivos planeados, entre ellos instalar con su perversa histeria la mayor base militar en el centro de la históricamente belicista Europa.

Obviamente para que la desintegración de un país suceda debe haber unas condiciones internas previas que en el caso yugoslavo, las potencias foráneas occidentales tuvieron la capacidad de explotar, como son los conflictos identitarios que amplificados por diferentes medios, fundamentalmente mediante la inyección de capitales y préstamos a organizaciones, fundaciones y entidades dispuestas a colaborar en el proceso a través de bancos occidentales y organizaciones monetarias como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial terminaron por dinamitar el territorio, como ocurrió trágicamente en Yugoslavia.

Paralelamente a estas maniobras en el caso yugoslavo se entregó suficiente armamento a grupos colaboradores que alimentaron el conflicto bélico.

Las «revoluciones de colores»

Continuará….


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Histeria y arrogancia perversa de «occidente»